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Un aura de sospecha y dudas se levanta alrededor de los alimentos provenientes de plantas transgénicas. Con el fin de derribar mitos al respecto hablamos con la profesora de la Facultad de Ciencias, Claudia Stange. La investigadora aseguró que no existen estudios que demuestren que estos productos generen daños, explicó cuál es su utilidad, y llamó a legislar respecto a cultivo, comercialización y etiquetado de transgénicos en Chile, uno de los 26 países en el mundo donde se cultivan este tipo de plantas.

Los transgénicos son aquellos organismos genéticamente modificados en los que se ha introducido genes externos provenientes de otras plantas, de bacterias o de levaduras, con el objetivo de otorgarle una característica que no tiene a la planta que se está modificando, por ejemplo, mejorar su resistencia a los herbicidas, o a un patógeno en particular.

Así lo explicó la académica de la Facultad de Ciencias, y bioquímica,Claudia Stange, para quien gran parte de los temores respecto a este tipo de plantas provienen de malentendidos o falta de información fidedigna. “No hay alimentos frescos transgénicos en nuestro mercado, lo que hay son plantas con DNA transgénico de la que se generan productos como aceites o azúcares que no son transgénicos per se, y de ellos se preparan alimentos “, aseguró la académica, a la vez que destacó los beneficios producidos por esta estrategia biotecnológica.

“La generación de plantas transgénicas viene a apoyar estrategias tradicionales de cruzamientos dirigidos entre especies, que buscan generar nuevas variedades con distintas características particulares, por ejemplo,plantas resistentes a herbicidas o pesticidas, de manera que puedan resistir por si solas a insectos o patógenos que dañan las plantaciones, o que los agricultores puedan utilizar menos agroquímicos toxicos en los cultivos en los cultivos.”, afirmó Stange.

La experta señaló que el procedimiento para producir plantas transgénicas se salta las etapas donde las estrategias tradicionales de cruzamiento no funcionan. “Cuando en una especie concreta no hay ninguna planta que sea resistente a un virus en particular. En ese caso se introduce un fragmento de DNA que opera como una vacuna”.

Consultada respecto a los temores que se tienen sobre los efectos colaterales que puedan generar en la salud los productos derivados de plantas transgénicas, la académica descartó la existencia de informes concluyentes al respecto, y llamó la atención sobre las deficiencias de algunos documentos que han circulado al respecto. “Los trabajos que defienden esta posición se han hecho sin controles que permitan verificar sus conclusiones, y se han realizado en base a material de plantas que no son comerciales, sino que generadas en laboratorio para investigaciones concretas. Generar alarma en base a material de uso científico que no se relaciona con la comercialización no corresponde”, afirmó.

En la misma línea, la académica de la Facultad de Ciencias hizo la distinción entre la generación de una planta transgénica para estudiar un gen en el marco de una investigación científica, y la producción de plantas con objeto de nutrir el mercado alimentario, ya que existen una serie de etapas intermedias que analizan la existencia o no de propiedades tóxicas o alergénicas, con normas de bioseguridad y análisis vivo sobre los elementos en cuestión.

Vacíos en la legislación

Otro punto sobre el que la profesora Stange hizo hincapié fue en la débil legislación que existe en nuestro país en materias como cultivo, comercialización y etiquetado de transgénicos . “Últimamente se está analizando nuevas técnicas de mejoramiento genético como el NBT (New Breeding Techniques), en las que se usa ingeniería genética que no deja genes exógenos en la planta, y se han realizado reuniones con representantes de toda Iberoamérica para tomar medidas consensuadas de cómo legislar al respecto”, destacó.

Junto con ello, llamó a resolver una incongruencia en las leyes nacionales que permiten cultivar, cosechar y exportar plantas transgénicas, con alrededor de 25 0 30 mil hectáreas dedicadas a esto en el país, pero sin orientar parte de la producción al consumo interno, lo que deja vacíos que resulta urgente cerrar.

Fuente: www.uchile.cl