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Rubén Covarrubias Giordano Rector Universidad Mayor
Editorial
El Mercurio

Es cosa de sincerar la discusión. Si no estamos dispuestos, pongámosle la lápida a la investigación hecha en Chile.
 

Hace un año escribí en este medio una columna que titulé “La investigación chilena agoniza”, donde me referí al dramático llamado que realizó la comunidad científica, representada por el Consejo Superior de Ciencia y el Consejo Superior de Desarrollo Tecnológico, a través del documento ¿Por qué se requiere un mayor presupuesto para Fondecyt?

Hoy, la historia se repite y el Gobierno, a través de la Ley de Presupuestos ha tomado la insólita decisión de disminuir en 25% los recursos destinados a los nuevos proyectos que debe financiar Fondecyt en el concurso regular de 2018. Este es el principal fondo orientado a los investigadores con trayectoria y a jóvenes científicos que terminaron sus proyectos de iniciación en investigación.

Esta incomprensible decisión que adopta la autoridad está llena de contradicciones.

¿Tiene sentido apoyar un ambicioso programa de becas para la formación de nuevas capacidades científicas cuando se disminuyen los recursos? Chile ha invertido en forma significativa en la formación de capital humano avanzado a través de becas en el extranjero, logrando un aumento importante en el número de científicos con grado de PhD. Sin embargo, estas medidas hacen que los investigadores no tengan posibilidades reales de reinsertarse en el país, impulsándolos a migrar hacia otras latitudes donde los acogen sin haber invertido un peso en su formación.

¿Tiene sentido, entonces, crear una megaestructura burocrática, como el Ministerio de Ciencia y Tecnología, si este no cuenta con recursos asignados? La respuesta es no.

El senador Guido Girardi, decidido impulsor de la investigación en Chile y de la divulgación científica a través de la organización de eventos como el Congreso del Futuro, ha efectuado crudas afirmaciones, las que son compartidas por el mundo científico: “(el Ministerio) …será un nuevo elefante blanco…”, “lamento la visión mediocre y anacrónica que tiene Hacienda”, en relación con el desarrollo de la ciencia y tecnología del país; “es una condena y una situación tremendamente irresponsable. Se quiere continuar con la historia del salitre y del cobre y no entender las oportunidades que tenemos (…). Con esto se está renunciando al desarrollo de Chile”, afirmó.

El premio nacional de Ciencias Exactas Dr. Patricio Felmer afirmó: “este recorte es extremadamente grave (…) incluso mantener el presupuesto habría sido perjudicial dado el gran flujo de doctores que está llegando a Chile”.

Jorge Babul, en una carta al director, fue más lúdico, pero muy asertivo y asimiló este recorte presupuestario a la canción del Hombre de La Mancha y terminó su argumentación planteando “la comunidad de investigadores combatirá hasta con su último aliento para que la ciencia sea bien vista y alcancemos ese Sueño Imposible (…)”.

Todas voces autorizadas que, de alguna manera, salen a defender ese verdadero grito de impotencia que emiten nuestros científicos.

Nuestras autoridades no han entendido que la investigación científica contribuye aceleradamente al desarrollo del país y al bienestar de su gente y, lamentablemente, la inversión en Ciencia y Tecnología se encuentra estancada en un 0,34 % del PIB, una de las menores entre países con similar nivel de desarrollo, y muy por debajo del promedio de los países de la OCDE, de 2,3%.

Sin embargo, y a pesar del bajo financiamiento, nuestra comunidad científica ha tenido una razonable productividad: Chile se encuentra en el cuarto lugar a nivel latinoamericano en número de publicaciones y, en su impacto normalizado, se encuentra en el trigésimo lugar a nivel mundial.

Existe desconcierto en nuestra comunidad científica por la falta de reacción del Gobierno y por las profundas contradicciones en su accionar. Pero, a su vez, se está incubando un malestar profundo por el desprecio que perciben en torno a su actividad, ya que no se está valorando el gigantesco aporte que realizan a nuestro desarrollo.

Estas percepciones se aplacarán solo con acciones. Eso es lo que se espera de la autoridad responsable del destino del país. En consecuencia, lo que se requiere, además de aumentar el presupuesto, es una clara definición y compromiso de llegar, en el mediano plazo, a niveles de inversión similares a los países con los que nos encanta compararnos. Es cosa de sincerar la discusión. Si no estamos dispuestos, pongámosle la lápida a la investigación hecha en Chile.

Fuente: www.economiaynegocios.cl