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“La crisis de la infraestructura hospitalaria no es sólo de recursos, sino que también de incapacidad del ministerio”.

El rechazo de la comisión mixta de Presupuesto de la partida destinada a inversión del Ministerio de Salud, calificada por varios senadores y diputados como insuficiente para cumplir con los compromisos del Gobierno, es un reflejo de la estrechez de las arcas fiscales y la consiguiente política de austeridad impulsada por el Ministerio de Hacienda. Si este año el presupuesto para infraestructura fue de 528 mil millones de pesos, en 2016 disminuirá a 497 mil millones. Esto obligaría a retrasar la construcción de algunos de los hospitales que, como los de San Antonio, Casablanca, Chillán o Angol, habían sido confirmados hace pocos meses, incluso después del profundo recorte que se hizo a la promesa original de la Presidenta Bachelet.

Es comprensible la molestia de los parlamentarios oficialistas, que validaron las promesas del Ejecutivo y ahora tendrán que poner la cara para explicar estos retrasos. Sin embargo, no está claro que allegar más recursos al presupuesto solucione el problema. Una mirada más exhaustiva muestra que la crisis de la infraestructura hospitalaria no es sólo un problema de fondos disponibles, sino que también, y quizás principalmente, reflejo de la incapacidad del Ministerio de Salud para hacer frente a una cartera de inversiones ambiciosa. Hace un mes, la Dipres reveló que el ministerio, hasta agosto pasado, había gastado menos del 25% de los recursos que le habían sido asignados para la construcción de infraestructura. Aunque la ejecución presupuestaria siempre se acelera hacia fines de año, es improbable que se vayan a ocupar todos los recursos. A esto se suma la renuncia de la subsecretaria de Redes Asistenciales y la salida, en sólo nueve meses, de tres jefes de la división de inversiones del ministerio.

Como se advierte, un aumento presupuestario no será realmente útil si no se fortalecen las unidades de gestión del ministerio o, como alternativa, se delega la construcción de infraestructura en el MOP, que tiene mejores competencias en el área.

Hay otra opción razonable para construir con rapidez los hospitales que se necesitan: las concesiones. El costo de esta alternativa, según cifras del MOP, podría ser similar o en algunos casos incluso más bajo que si son levantados directamente por el Estado. Los problemas que han enfrentado los primeros hospitales concesionados, como La Florida y Maipú, parecen ser posibles de corregir. El vocero de Gobierno ha insistido en que esa alternativa no está sobre la mesa, pero hay parlamentarios de la Nueva Mayoría que sí la respaldan. Es de esperar que el debate no se oriente por motivaciones ideológicas, sino que por el bienestar de la ciudadanía.

Fuente: La segunda