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In memoriam Giancarlo De Ferrari (1965-2022)

Juan Pablo Henríquez, Silvana Martínez y Ariel Reyes comparten una semblanza de nuestro socio Giancarlo De Ferrari luego de su inesperada, dolorosa y triste partida.

Giancarlo De Ferrari Valentini estudió Biología Marina en la Universidad de Concepción (1993), siempre atraído por la biología como área del conocimiento. Luego, después de realizar su tesis en Hawai (EEUU), regresó a Chile donde rápidamente se interesó en la investigación guiado por sus conocimientos en la vida Marina.

Ingresó al programa de doctorado en Ciencias Biológicas, de la P. Universidad Católica de Chile, en la, en ese entonces, Unidad de Neurobiología Molecular con el Dr. Nibaldo Inestrosa (Premio Nacional de Ciencias Naturales).  Giancarlo comenzó su carrera como investigador en una línea directamente asociada a su formación como Biólogo Marino, tratando de implementar condiciones para el cultivo del Loco (Concholepas concholepas). Al poco andar, se enfocó en el estudio de enfermedades neurodegenerativas, específicamente en la Enfermedad de Alzheimer (EA), donde se vio enfrentado a un mundo que le era desconocido por su formación profesional. Tal vez por la necesidad autoimpuesta de nivelarse con sus compañeros de Laboratorio con formación molecular, recordamos con claridad que en ese tiempo Giancarlo desplegó una asombrosa capacidad para revisar toda la literatura asociada a su tema con exquisito nivel de detalle y profundidad. De hecho, la idea central de su tesis de Doctorado, que establecía una relación causal entre una inactivación de la vía de transducción de señales Wnt y el desencadenamiento de la EA, ha sido ampliamente abrazada por la comunidad experta en el tema e inspiró no solo su línea de investigación futura, sino que también se conectó con la de varios laboratorios en el mundo. En ese tiempo se originaron algunos de los artículos con mayor citación (sobre 400 citas cada uno) de su carrera.

Con el fin de profundizar en sus preguntas científicas, Giancarlo recibió la prestigiosa beca PEW-Latin American Fellowship y se trasladó con su familia a la Universidad de Washington, Seattle (EEUU) para realizar un postdoctorado en el laboratorio del Dr. Randall Moon, uno de los investigadores que más ha aportado en la comprensión de esta vía de señalización durante el desarrollo embrionario. En ese entonces, y a través de su estadía en el Laboratorio del Dr. John Hardy (en ese tiempo en el NIH, Bethesda, MD, EEUU), comenzó en Giancarlo el interés por estudiar las patologías cerebrales humanas desde una mirada genómica, interés en el cual nuevamente se convirtió en un experto y que lo acompañó el resto de su prolífica carrera científica. Durante ese período, Giancarlo participó activamente en la revisión bibliográfica más citada de su carrera en Nature Reviews Genetics (con más de 2.100 citas) y de varios artículos con muy alto índice de citación.

Giancarlo, como buen descendiente de italianos, era una persona muy extrovertida, apasionada y de carácter fuerte. Sin perjuicio de ello, y como pocos, él era un ser humano honesto, acogedor, cariñoso, leal y un muy buen amigo, preocupado siempre de cómo estaban sus cercanos. Era de las pocas personas que preguntaba ¿cómo estás? y escuchaba atentamente tu respuesta. Su sangre italiana también se hacía evidente en su gran fanatismo por el fútbol (“grande giocatore” le decíamos algunos). Durante su estadía en Concepción, los partidos de Italia en los mundiales se veían con la camiseta azzurra, con sus estudiantes y con la infaltable pizza, recuerdos imborrables para los muchos a quienes formó.   

Tanto en su vida privada como en la profesional, Giancarlo siempre destacó por su generosidad. Ya fuera con pares o estudiantes, él siempre tuvo tiempo para leer manuscritos, proyectos, postulaciones a becas y documento similares para ayudar a mejorarlos. Giancarlo fue un ejemplo de dedicación, tenacidad y perseverancia en el trabajo. Una y otra vez revisaba, escuchaba, leía y mejoraba su trabajo, la clave que le hizo construir su exitosa carrera. Siempre comentaba que, siendo Biólogo Marino, hacía clases de Bioquímica o Biología Celular, clases que también compartió con muchos de sus colegas.

En el plano personal, Giancarlo fue igualmente dedicado y nunca se restó de demostrar su afecto a quienes tuvimos la suerte de estar cerca de su camino. Fue una persona tremendamente afectuosa. Vivió con su madre en Santiago, a quien siempre cuidó con mucha atención. Giancarlo formó una hermosa familia con Giorgia, también científica que conoció en la P. Universidad Católica mientras hacía su doctorado, y quien fuera la compañera que lo apoyó durante toda su carrera y un pilar fundamental en su vida. Tuvieron dos hermosos hijos, Ítalo y Adriano, quienes heredaron de su padre su alegría y sonrisa característica.

Giancarlo, o Gianni como le decíamos sus amigos, fue para varios de nosotros un ejemplo de perseverancia, siempre trabajó muy arduamente para lograr estar donde quería estar como científico. Siempre afrontó la adversidad como una cruzada propia que podía ganar, y no cabe duda de que lo logró. Un gran amigo se nos fue a muchos y te vamos a extrañar siempre. ¡El italiano!, simpático, alegre, querendón, buen amigo…

Recordaremos a Gianni como un verdadero compañero, en toda la amplia y hermosa extensión de la palabra, desde que nos formábamos como científicos en la P. Universidad Católica y sobre todo cuando nos tocó compartir comenzar nuestras carreras como investigadores independientes en la Universidad de Concepción. Fue una persona de la que sentimos (y esperamos haber retribuido) compañía, apoyo y mucho afecto. Nos deja un tremendo vacío como científico de excelencia, pero sobre todo como ser un humano excepcionalmente entrañable. Como siempre nos despedimos, y como sinceramente esperamos, verte de nuevo … Ci vediamo Gianni.