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Energético y apasionado. Cuando uno conversa por primera vez con Jorge Babul, piensa que está enojado o que, simplemente y llanamente, te está retando. Sin embargo, cuando logras introducirte en su discurso, comienzas a entender que esa profunda efervescencia se debe a su sincera motivación por sacar adelante la investigación científica que se desarrolla en Chile.

Ya sea en las diferentes marchas por la ciencia que se han desarrollado en el país, en entrevistas a diferentes medios de comunicación o en sus ahora amadas redes sociales, el Dr. Babul trata de difundir su mensaje, sin importarle el qué dirán ¿Valentía o irreverencia? Tal vez una mezcla de ambas. Lo cierto es que gran parte del disgusto científico, que por años se escondió bajo la alfombra, le debe su salida a la luz pública en parte a la labor de este químico que actualmente trabaja en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.

Debido a la reciente publicación del proyecto de Ley de Presupuesto 2018, en la cual la partida para Fondecyt regulares nuevos disminuyó, en Reflexión Héureka quisimos conversar con el Dr. Babul, quien en aproximadamente 30 minutos de entrevista, profundizó en el porqué de diversas situaciones que involucran a la ciencia y la política.

¿Cómo evalúa usted la partida presupuestaria para Fondecyt 2018?

Primero, me parece oportuno aclarar que hubo un gran aumento en el presupuesto de Fondecyt regular en el último presupuesto que hizo Bachelet (2017) y en su primer gobierno; al igual que  en el primer presupuesto que hizo primero Piñera, donde llegamos a 630 proyectos. En 2017, en cambio,  la cantidad de proyectos regulares bajó a 527, por lo que existe una disminución sustantiva en el número de proyectos financiados. Sin embargo, una cosa es el número de proyectos y la otra es el monto destinado para cada uno. Si bien, no manejo toda la información necesaria para tocar en profundidad esa situación, entiendo que una de las cosas que más nos importa a la comunidad científica es el número de proyectos financiados totales. En este ítem hemos retrocedido, tanto así que estamos aprobando el mismo número de proyectos que en el último año de la dictadura.

¿El futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología asegura que el panorama sea distinto?

El presupuesto del Ministerio de Ciencia y Tecnología está listo y es, más o menos, lo mismo que maneja al día de hoy Conicyt. En ese sentido, entiendo que el presupuesto de Conicyt no va a disminuir, pero tampoco hay aumentos.

En el fondo, con la creación del ministerio lo científicos ganaríamos en institucionalidad, pero no estamos seguros de que vaya a funcionar. Estamos a favor de su creación porque en Chile la figura de un ministro fuerte puede optar a tener más presupuesto, pero este cargo o al menos el consejo asesor debiese logran cierta independencia del gobierno de turno.

Supongamos que se aprobara el ministerio ahora. El Centro de Nacional de Innovación y Desarrollo (CNID) tendrían que hacer el primer plan y entregárselo al presidente. Sin embargo, y en épocas de elecciones, los puestos de trabajo en el mundo público están inciertos, y  las personas se van porque el gobierno está acabando, por lo que el tema hoy en día está a la deriva. Entonces la interrogante que surge es ¿quiénes deciden para dónde va Chile en materias de ciencia y tecnología? ¿será el consejo asesor del futuro ministerio con apoyo de la comunidad científica o serán políticos que acordarán todo dentro de las famosas cuatro paredes? Es una incógnita.

¿Cómo vislumbra la figura de un futuro ministro de Ciencia y Tecnología?

Creo que un aspecto es la figura del ministro y la otra, también fundamental, es el consejo. Si bien el gobierno tomará esa indicación, muchos de los investigadores que participamos de este proyecto pusimos nombres y apellidos para ocupar dichos cargos. Gente del mundo de las ciencias exactas y académicos miembros del consejo de rectores fueron algunos de los personajes propuestos. Sin embargo, veo con dificultad que estas opiniones sean tomadas en cuenta, ya que a nuestros políticos les gusta tomar decisiones por “su” cuenta.

Por lo del aspecto, el futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología seguirá funcionando bajo el prisma de muchos de los ministerios actuales: mutar según el gobierno de turno. La única indicación que velaría por darle continuidad, dentro de las políticas desarrolladas por el futuro ministerio, es la que resguarda a algunos miembros del consejo, los cuales permanecerían en el grupo no importando quien gobierne. Pero no son la mayoría, sino muy por el contrario, muy pocos miembros.

¿Qué le parece cuando en los debates presidenciales se habla de ciencia y tecnología?

Creo que los políticos poco saben de ciencia, y los que parecen tener una opinión más fundada, se nota mucho que fueron pauteados. En una carta que escribí, llamada “El sueño Imposible”, señalo que desde la década de los ´90 todos los candidatos a la presidencia han dicho que llegarán al 1% del Producto Interno Bruto (PIB) dedicado a la ciencia. Sin embargo, no hemos salido del 0,38%, pero los actuales candidatos siguen prometiendo lo mismo. Por otro lado, todos quieren cambiar la matriz productiva y prácticamente solucionar todo de un día para otro, pero en la realidad seguimos estando en la cola de la OCDE, lo cual no se solucionaría ni siquiera con el 1%, ya que el promedio es 2,4% o 2,5% del PIB en otros países.

¿Para quienes será el Ministerio de Ciencia y Tecnología?

Hay gente que opina que este ministerio debe ser para el país o para los ciudadanos. También hay quienes piensan que es solo para los científicos, para que sigamos investigando, publicando o fortaleciendo nuestro “ego gigante”. Así muchas opiniones más, buenas y malas, por cierto.

Sin embargo, mi respuesta es que como científico puedo ayudar a la comunidad, siempre que yo conozca en qué puedo aportar. Ya que si tú quieres ayudar a alguien, es preciso saber que quiere. Nadie nos ha dicho que quiere el país en materia de ciencia y tecnología, ni siquiera nos han dicho quiénes son lo que dicen que quiere el país. Por otro lado, los científicos tampoco tenemos una plataforma para sugerir, dar ideas o incidir de alguna manera en las decisiones del país.

El fútbol ya salió del panorama, pero aun así, yo no veo que se esté discutiendo el Proyecto de Ley. Si bien, ya se aprobó en general en el Senado, ahí no se habla de lo esencial. Queremos un ministerio, pero las indicaciones no se han discutido.

¿Cree que la comunidad científica está lo suficientemente unida como para transmitir un mensaje fuerte y coherente, tanto a la ciudadanía y como a los políticos, en torno a la necesidad de mayor inversión en ciencia y tecnología?

Poner de acuerdo a la gente es muy difícil, es un trabajo solitario. Ponerse de acuerdo sobre todo con el ánimo mío, de incluir a la gente de las ciencias sociales y los mismos periodistas en la lucha por mayor inversión científica, se ha hecho muy cuesta arriba. Pero si entendemos que la ciencia es generar instancias para la creación de conocimiento, no sería tan difícil. Sin embargo, mucha de nuestra cultura científica obedece a un carácter purista, en donde la flexibilidad, no es muy característica.

El conocimiento que yo tengo y todos tenemos, tiene diferentes fuentes. Una de ellas tiene que ver con la razón y la otra con la creencia. Por ejemplo, hay personas que piensan que no es bueno vacunarse, a pesar que las pruebas científicas indican que es bueno hacerlo. Por otra parte, nadie duda de los científicos cuando se anuncia que a tal hora con ciertos segundos habrá un eclipse. La pregunta es ¿por qué pasa eso si en ambas situaciones hay investigación científica de por medio? Esto demuestra que el conocimiento se recibe de diferentes maneras, ya que la creencia es un factor que pesa mucho. Es muy relativo y además, es muy difícil poner de acuerdo a la gente.

Contenido elaborado por Héureka.  

Fuente: heureka-online.com