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Ya pasó una semana desde que recibimos la triste noticia del fallecimiento del profesor y amigo el Dr. Tito Ureta.

Tito Ureta Aravena fue uno de los principales impulsores, difusores e iniciadores de la Bioquímica experimental en Chile desempeñándose como académico, investigador y docente  durante mas de 50 años. Se recibió de Médico-Cirujano de la Universidad de Chile en 1963 pero ya desde 1960 se dedicó a la investigación científica integrando el grupo de investigación del Dr. Hermann Niemeyer Fernández, con quién realizó su Tesis sobre purificación y caracterización de la enzima responsable de la fosforilación de glucosa. Realizó sus estudios postdoctorales en la Rockefeller University de Nueva York, trabajando en el laboratorio del Prof. Fritz Lipmann (Premio Nobel de Medicina 1953).

Entre sus numerosas publicaciones destacan principalmente tres líneas de investigación: la primera, relacionada con la caracterización de hexoquinasas, sistema que descubrió durante el trabajo de Tesis que realizó al lado de su formador: Hermann Niemeyer. La segunda tiene que ver con regulación metabólica in vivo, el control y regulación de vías metabólicas, determinando entre otras cosas los coeficientes de control de las enzimas implicadas en la formación de glicógeno y la tercer área de investigación la desarrolló sobre evolución molecular, logrando una descripción evolutiva de los sistemas de utilización de glucosa en vertebrados.

Hasta el día de su fallecimiento se desempeñó como profesor titular de las Facultades de Ciencias, Ciencias Físicas y Matemáticas y Ciencias Químicas y Farmacéuticas en la Universidad de Chile, además de ser miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile desde 1988.

Dejó una gran marca en sus alumnos, como es reflejado por estas cartas que escribieron algunos de sus últimos estudiantes, Diego Quiroga y Jaime Andrés Rivas Pardo. Adjuntamos extractos de las cartas y los invitamos a descargarlas en los respectivos enlaces.

¿Y cuál es su verdadero nombre?

“Y cúal es su verdadero nombre”- recuerdo haberle preguntado al porfesor Tito Ureta la primera vez que conversamos, “Héctor,…???” a lo que él respondió con seriedad “Tito”, sin esbozar sonrisa alguna. La primera impresión que me llevé del profe Tito fue la de un hombre que gozaba infinitamente con su trabajo, la música, el díalogo franco, y que le daba una tremenda importancia a la buena comunicación y al correcto uso del lenguaje. Puedo decir que me siento un tipo muy afortunado por haber trabajado bajo el alero del profe Ureta… Diego Quiroga Roger (carta completa)

“Dentro de nuestras primeras conversaciones en el mesón con la música proyectada desde los parlantes de su oficina, conversábamos sobre los mas diversos temas, pasando desde mujeres hasta el metabolismo (probablemente su tercera pasión). Pero una pregunta se instalaba en mi cabeza cada vez que conversábamos en el laboratorio: ¿Tito es la forma en la cuál llaman a los Víctor o a los Héctor?; ¡no se podía llamar Tito!. El único Tito que yo tenía en mi cabeza era un emperador romano. Entonces ¿el profe se llamaba Víctor?. ¿Cómo podía saberlo sin quedar en ridículo?. Por suerte no llegué a preguntar…  Había una persona aparte del emperador romano que se llamaba Tito y esa persona era el profe…”. Jaime Andres Rivas Pardo (carta completa)

“Estimado profesor, gracias por haber llenado de alegría este laboratorio, por haber sido un guía tanto en lo profesional como en lo humano, por sus consejos, por sus tomadas de pelo. Espero y estoy seguro que su legado y ejemplo vivirá en cada uno de los estudiantes que tuvimos la suerte de compartir con usted horas y años de  trabajo, bajo este mismo techo.  Espero que donde quiera que esté, sus carcajadas resuenen una y otra vez, como en un loop preciso y armónico. Además, creo que usted seguirá creyendo en los jóvenes, como siempre lo ha hecho y  ¿sabe qué? me gustaría que ese lugar que lo cobija esté repleto de libros, porque como usted decía, la avidez por el conocimiento es inagotable”.  Diego Quiroga Roger (carta completa)

“De dos cosas podemos estar seguros, el profe Tito era un hombre al que le apasionaban dos cosas en su vida: la ciencia y la música. En el laboratorio descubrí al hombre tras el delantal, quien resultó ser totalmente entregado y apasionado por lo que hacia: la edición de sus libros, la preparación de charlas, clases, etc. El alto volumen de sus parlantes y la selección de obras clásicas no hacían más que llevar su mente a un estado de profunda concentración. Aunque en las oficinas contiguas los libros apenas se afirmaban de las repisas y en el laboratorio a ratos, la gente debía gritarse al oído para poder escucharse. Pero qué podíamos decir, ¡el profe Tito era todo un rebelde! verdaderamente era un transgresor!”.  Jaime Andres Rivas Pardo (carta completa)

“(La Universidad) Logró entusiasmarme al mostrarme un camino de verdad, de belleza, de realización plena. Para ello solo me exigió el voto de pobreza, pero no el de obediencia, ni menos el de castidad. Al caer las sombras del crepúsculo diré con el salmista: nunc dimitis, con la alegría de haber cumplido el imperativo de excelencia hasta donde mis capacidades lo permitieron. Pero especialmente porque me dio la posibilidad de recorrer la vida, día y noche, al enseñarme que hay más para ver que lo que puedo ver, que hay más para expresar que lo que puedo decir, pero aún más para mantenerme en silencio.”

Extracto del Discurso del Profesor Tito Ureta Aravena al recibir  la Medalla Juvenal Hernández Jaque, Mención Ciencia y Tecnología, año 2010

Comunicado del fallecimiento de la Universidad de Chile, con palabras de sus colegas y estudiantes.

Fuente: www.mascienciaparachile.cl