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Por Eduardo Kessi C.

Cristóbal Olivares Vargas recibió recientemente su título de Bioquímico de la Universidad de Chile. Para ello desarrolló un trabajo de Memoria de Título muy poco usual en el ámbito científico, en el que revisó el aporte de tres destacados científicos chilenos a la institucionalidad de la ciencia en nuestro país. Pensamos que el trabajo de Cristóbal constituye un hito cuyos efectos habrá que observar en el futuro, razón por la cual invitamos conocer su trabajo.

Cristóbal realizó su educación básica en el Angel’s School y en el Liceo Juan Pablo Duarte, en tanto que su educación media la hizo en el colegio Pedro de Valdivia de Providencia. Inicialmente comenzó sus estudios de Bioquímica en la Universidad de Concepción donde completó dos años. De ese tiempo recuerda con cariño y emoción que su padre estudió allí y también las lindas amistades que forjó en el tiempo que estuvo en esa casa de estudios; a su vez, destaca el haber podido compartir y discutir con estudiantes de otras carreras en un mismo campus. Posteriormente se trasladó a la Universidad de Chile en la que recibió su título profesional. Actualmente se encuentra efectuando estudios de postgrado en Políticas Públicas en la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.

Los variados intereses de Cristóbal se expresan cuando se le pregunta por su interés en estudiar Bioquímica. Tal interés proviene, en sus palabras, de “el amor por el conocimiento y el ejemplo de mis padres como profesionales de la salud, de conocer todo aspecto funcional de la vida. A su vez, en toda la educación media tuve excelentes profesores de ciencias, especialmente de Biología y siempre estudiábamos harto con mis compañeros y amigos sobre temas del área biológica, lo que hacía que me apasionara más. Así, encontré la Bioquímica como la disciplina más completa para conocer varias aristas de las ciencias naturales. También debo agregar que ese “amor por el conocimiento” también me llevó a encantarme con la filosofía y las humanidades, y siempre quise buscar el punto de convergencia entre las ciencias y otros conocimientos”.

No fue fácil para este joven e inquieto estudiante entonces, encontrar su camino. “En lo personal, me fue difícil expresar mi gusto exclusivo por las ciencias naturales ya que me debía quedar en un solo marco del conocimiento (irónico ya que la bioquímica une íntimamente a la química con la biología). Incluso, en un principio quería estudiar enfermedades neurodegenerativas ya que integraban psicología y bioquímica.  El 2018 participé del curso electivo “Artículos Clásicos de la Bioquímica Chilena y Mundial”, cuya actividad final era exponer sobre un artículo clásico de la bioquímica, complementándola en lo posible con una entrevista al autor de dicho artículo. Tuve la fortuna de entrevistar presencialmente a Ramón Latorre en Valparaíso en relación con un artículo en el que investigaba el movimiento de moléculas individuales a través de una membrana artificial. El viaje, la comunicación, la historia de su artículo fue algo realmente fascinante, que me hizo ver su investigación con un entendimiento más completo y humano”. 

Posteriormente, con el apoyo del profesor Christian Wilson, y luego de la profesora e historiadora de la ciencia Bárbara Silva y del investigador en temas sociales de la ciencia y tecnología, Martín Pérez, Cristóbal desarrolló su proyecto de Memoria de Título en historia de las ciencias. En sus palabras “mi interés en específico en la historia de la Bioquímica se origina por mi fascinación en descubrir que la política de las ciencias y la investigación en Chile tenían una importante influencia de parte de las ciencias biológicas. De ahí me pregunté cómo empezó esa relación, y me di cuenta de que eso se respondía desde una perspectiva histórica”.

No fue fácil convencer a los bioquímicos que el trabajo que propuso Cristóbal era aceptable para obtener su título profesional de Bioquímico.  Mientras unos no tuvieron inconveniente, otros consideraban que “aquí no hay mucha Bioquímica, hay mucha Historia y Ciencias Sociales, pero falta Bioquímica”. Finalmente, luego de arduas “negociaciones” -cambio de título incluido- nuestro entrevistado logró que su propuesta, luego de un rechazo inicial, fuera finalmente aceptada. Destaca aquí Cristóbal que el hecho que la profesora Bárbara Silva lo invitara a participar en su proyecto Fondecyt resultó decisivo.

Respecto de lo que Cristóbal considera que es el aporte de su trabajo, distingue dos líneas diferentes. En primer lugar, “el entendimiento disciplinar de la configuración de las instituciones científicas chilenas y su forma de pensar la política pública científica. En síntesis, poner a la bioquímica como un prisma para entender cómo se piensan las políticas científicas actuales”. En segundo lugar, pero no menos importante, “la apertura a otro tipo de Memoria de Título que se puedan hacer en historia, filosofía y política de las ciencias con una mirada bioquímica. Desde nuestras disciplinas es muy común que profesores y estudiantes se interesen por temas como la política, el rol social, la filosofía y la educación de las ciencias. Incluso es común que participen de instancias que promuevan o busquen fortalecer todas las anteriores. Aun así, el hecho de realmente investigar estos fenómenos y buscar generar conocimiento de esas áreas de las ciencias es menos común. Incluso, tengo la fortuna de conocer a algunos que se dedican a eso y me han compartido que difícilmente lo pudieron haber hecho desde el pregrado. Mi trabajo muestra que eso es posible y quedan muchos temar por descifrar”.

Otras preguntas surgen del trabajo que este nuevo bioquímico ha realizado. Cristóbal menciona, por ejemplo, ¿Cómo se desarrollaron otras escuelas de Bioquímica en regiones?, agrega que “Bioquímica como carrera no sólo se funda primero en la Universidad de Chile, sino que también en la Universidad de Concepción. Me llama mucho la atención que no se levante información tan elemental allá como la fundación de nuestra carrera en el sur de la mano de los profesores Luciano Chiang y Leticia Sánchez con la escuela de la enzimología. Dado que hoy en día Bioquímica en Concepción es tan conocido por tener una sólida formación clínica ¿cómo se habrá pensado esa escuela dado que sus propulsores venían de la ciencia básica? Otra pregunta para investigar, indica, es acerca del rol histórico de las mujeres bioquímicas en Chile. “En particular, el papel que tuvieron dos personas que fueron fundacionales para los estudios de bioquímica y biología molecular, Aida Traverso y Catherine Connelly. Las menciono bastante en mi trabajo, pero no pude profundizar tanto como hubiera querido en ellas. Esas preguntas se las dejo a otros estudiantes de la carrera en cualquier parte de Chile, para que el bichito de la curiosidad que sé que tenemos todos, los convenza de embarcarse en este bello camino de la historia de las ciencias y la bioquímica”. Obviamente, “si la Bioquímica es un prisma para observar el desarrollo de las ciencias, es también importante que otras áreas del conocimiento releven su lado del prisma, como lo ha hecho la astronomía, por ejemplo” agrega nuestro nuevo bioquímico.

Cuando se le pregunta a quién considera su mentor, Cristóbal no tiene dudas: “de los varios profesores y profesoras que tuve, destaco al profesor Christian Wilson por introducirme al cariño y pasión por la historia de las ciencias. Es más, mi primera clase en la Chile fue la unidad de “Hitos de la Bioquímica en Chile” en el curso de Razonamiento y Comunicación Científica con el profesor Wilson. Fue fascinante ya que, para mí, fue una humanización de las ciencias naturales. Si bien es cierto que él no trabajaba directamente en historia de las ciencias, utilizaba datos históricos para contextualizar sus clases y hacerlas más inmersivas. Con el profesor Wilson aprendí a encontrar ese punto medio entre ciencias e historia (y así las humanidades), tratando de siempre destacar los descubrimientos científicos no solamente por lo que son, sino por su contexto. Además, el hecho de que él sea uno de los pioneros en el uso de pinzas ópticas en Chile y Latinoamérica, me inspiró coraje para seguir en seguir en el área de la historia de las ciencias a pesar del escaso nicho que existía de este en nuestro país”.

Su opinión respecto del presente de la actividad científica en Chile es clara. “Hay un enorme capital humano, pero muy poca estrategia y planificación. Hoy en día nos dominan medidores muy superficiales que han disminuido la calidad de lo que es hacer trabajo científico. Publicar para sobrevivir nunca fue parte de la idiosincrasia de los investigadores sino hasta hace muy poco, en especial buscando llegar a la “revista de alto impacto”. El quehacer científico es mucho más complejo que eso, y no se le está haciendo justicia ni desde lo laboral, en el laboratorio, hasta lo ocupacional en general. Los fondos concursables, que honestamente los encuentro una buena apuesta de incentivo, se han convertido en la medula espinal de la ciencia e investigación chilena, lo que genera inestabilidad e incertidumbre al mediano y largo plazo. El error nuestro fue admitir a los fondos concursables dentro de nuestra medula principal y dejar la estrategia para los postulantes anuales de estos”. Agrega que “Durante dos años fui ayudante y profesor de algunas de las unidades de los cursos “Cultura Científica” y “Taller de Cultura Científica” en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile. Estos cursos buscaban educar a los estudiantes en tópicos referentes a filosofía de las ciencias, educación, política y el rol social que tenemos como futuros investigadores. Ahí fui testigo, junto al impecable grupo docente con el que desarrollamos el curso, que los estudiantes de las ciencias desde muy jóvenes tienen inquietudes sociales, políticas y educativas con respecto a las ciencias. Con esto presente, estoy seguro de que todo científico y científica tiene un potencial bastante fuerte para hacer cosas importantes no sólo dentro del laboratorio, sino que también fuera de este. Con ello presente, espero que exista un cambio en lo que tenemos entendido como actividad científica, y que no se resuma solamente a publicaciones y fondos concursables”.

Finalmente, en relación con sus planes a futuro, Cristóbal nos cuenta que luego de completar su trabajo de Memoria de Título ha emprendido rumbo al mundo de las Ciencias Sociales. Luego de haber investigado la configuración de instituciones y culturas de trabajo de la Bioquímica en la segunda mitad del siglo XX, ha puesto la mira en las ciencias sociales y la política pública. En concreto, “ver y estudiar cómo realmente la ciencia, la investigación y el conocimiento puede tener un mejor espacio en Chile. De las culturas de trabajo aprendí el hecho de que los científicos trabajamos en una especie de “circo pobre”, con mucho coraje y amor por lo que hacemos, pero con escasos recursos y obligados a hacer muchas cosas al mismo tiempo. En el contexto actual, mientras la matrícula de científicos está creciendo y los recursos y planificación se mantienen iguales, hacer ciencia y generar conocimiento ya no está siendo una actividad sana para muchos. Por ello, con las herramientas y el conocimiento de la política pública, creo que hay espacio para un cambio real, con interdisciplina y planificación rigurosa”.

Finalmente, para quienes estén interesados en consultar el trabajo de Cristóbal Olivares, dejamos disponible una copia de su Memoria para optar al título profesional de Bioquímico. Contacto crolivares@ug.uchile.cl

Ver memoria de título Cristóbal Olivares