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En un contexto marcado por la movilización a nivel nacional, y especialmente universitaria, que aboga por erradicar la desigualdad de género y la violencia hacia las mujeres en todos sus ámbitos, las profesoras Cecilia Hidalgo y Ana María García reflexionan en torno a este momento y a los desafíos que debe asumir la institución para avanzar en igualdad.

“Cuando llegué a integrar el CEv a fines del año 2012 le propuse a mis colegas consejeros -todos ellos hombres- que debíamos revisar cuán cierto era ese persistente rumor de que a igual quehacer las mujeres ganábamos menos en la Universidad“, recordó la profesora Cecilia Hidalgo, académica de la Facultad de Medicina, sobre la gesta del estudio 17 del CEv, Análisis de Remuneraciones por Género en la Universidad de Chile, presentado en 2014.

“Descubrimos al realizar este estudio, que contó con el apoyo de todo el CEv, que en promedio las mujeres ganaban 20 por ciento menos que los hombres. Es lamentable constatar que esta desigualdad, que ya dejó de ser un rumor y pasó a ser una realidad, persiste hasta el día de hoy”, explicó la académica.

“En un principio creo que había incredulidad de parte de las autoridades, pues no se explicaban cómo se generaron estas brechas salariales. Peor aún, la presentación de nuestro estudio 17 provocó inicialmente reacciones descalificatorias y cuestionamientos a la información que allí presentábamos”, señaló.

Efectivamente, y tal como informó el vicerrector de Asuntos Económicos y Gestión Institucional, Daniel Hojman, en el acto conmemorativo del día internacional de la mujer en marzo de este año: “en la Universidad de Chile hay una brecha de género en remuneraciones”. Con datos a la fecha, en una suerte de actualización de lo informado por el CEv el año 2014, el vicerrector detalló que la brecha estructural en el personal académico es de un 19 por ciento, mientras que en el personal de gestión es de un 15 por ciento, datos que coinciden con la propia actualización del CEv.

Ante esta situación la profesora Hidalgo es más tajante. “A la Universidad se la debiera sancionar porque no se está cumpliendo el principio de que a igual trabajo, igual remuneración. Es inaceptable que esta desigualdad aún persista, pues atenta contra la dignidad de las mujeres que trabajamos en ella”, sostuvo, porque “más allá de estas diferencias, que son de carácter estructural, constatamos que a iguales condiciones sigue existiendo una brecha salarial de género, que en algunos casos también afecta a los hombres, que debería subsanarse de forma inmediata y que, dependiendo de lo extensiva que sea la cobertura, representa entre el 1 y el 5 por ciento del presupuesto total de remuneraciones de la Universidad”.

A pesar de que muchas veces los derechos son reconocidos en la Constitución, en las leyes o en nuestra propia normativa, “en la realidad vemos que no se respetan porque hay un preferencia cultural hacia los hombres, quienes cuentan con mejor acceso a cargos directivos, remuneraciones o mayores posibilidades de perfeccionamiento en el trabajo, por ejemplo”, comentó por su parte la profesora Ana María García, académica de la Facultad de Derecho, quien integra el CEv desde inicios de este año.

Para la profesora García, no sólo la desigualdad de remuneraciones o la baja representación de mujeres en las jerarquías académicas ha sido tema de conversación en los espacios universitarios, se ha podido ver cómo ellas también se organizan y comparten las demandas de las estudiantes por una educación no sexista y por la erradicación de la violencia de género en todas sus formas.

“Estamos frente a un movimiento social muy potente y sentido por todas. En Derecho, por ejemplo, las profesoras formamos el Grupo Ana Hederra Donoso, que fue la primera docente de la facultad, para que las alumnas se sientan de algún modo oídas, apoyadas y acompañadas en sus peticiones, porque no están solas. Esta es una iniciativa genuina e independiente de toda autoridad, a la cual también invitamos a participar a estudiantes y funcionarias, que está trabajando y ya ha propuesto acciones concretas en este ámbito, cuyo Informe fue recientemente aprobado en general por el Consejo de Facultad”, explicó.

Con el mismo espíritu propositivo surgió también la Red de Académicas Amanda Labarca, espacio desde el cual se propone la creación de un observatorio, el nombramiento de mujeres en cargos de responsabilidad y políticas de ingreso preferencial. “En esta red se está trabajando desde lo conceptual para promover medidas que permitan impulsar los cambios necesarios para la Universidad, planteando incluso la creación de una Vicerrectoría de Igualdad de Género y Equidad que responda institucionalmente a esta problemática transversal”, explicó la profesora Cecilia Hidalgo, quien suscribió, junto a más de doscientas académicas de toda la universidad un documento que fue entregado al Rector Ennio Vivaldi el día 4 de junio.

“No hay consejos que darles a las estudiantes, ellas han sabido cómo instalar hoy esta gran demanda por la igualdad de género”, dijo la profesora Hidalgo, quien advirtió ciertos cambios culturales en las nuevas generaciones, pero con la salvedad de que se requiere también una voluntad política e institucional para que estos se sostengan en el tiempo. “Las mujeres se han ido incorporando gradualmente en tareas de mayor responsabilidad, y lamentablemente la Universidad de Chile está lejos de ser la representante de una distribución igualitaria: sólo dos mujeres participan de altos cargos como vicerrectorías, nunca ha habido tampoco una mujer rectora, pero nadie podría decir que no existen profesoras capaces, ¡entonces por qué no ocurre!”, se preguntó Hidalgo.

En tal sentido, la profesora García coincidió en que “hoy las mujeres estamos subrepresentadas porque la trayectoria para acceder a cargos o actividades ha sido lenta y difícil. Lo mismo ocurre si pensamos en una rectoría encabezada por una mujer, ya que se tendrán que superar muchas vallas. Veamos: cuántas facultades han tenido decanas, cuántos departamentos son encabezados por profesoras. La evolución es lenta porque la mujer históricamente también está a cargo de las responsabilidades familiares, y compatibilizar dicha labor con el desarrollo profesional ha sido siempre complejo”, expresó.

Entre las reflexiones de las académicas también surge la importancia de que se promueva el ingreso y promoción de sus pares dentro de la carrera académica en sus diferentes jerarquías. De hecho, el Consejo de Evaluación ha observado el comportamiento de los procesos ligados a su superintendencia (calidad académica e institucional) incorporando la variable de género en diversos informes.

“Los datos hoy son públicos y es importante que se conozcan ampliamente porque las brechas entre hombres y mujeres sí están documentadas, dejaron de ser un reclamo antojadizo”, señaló la profesora Hidalgo en relación a los desafíos que debe asumir la institución. En esa misma línea, la profesora Ana María García destacó la oportunidad que reviste el proceso de Autoevaluación Institucional que se encuentra en curso. “Como Universidad debemos asumir una perspectiva de género para ver cómo estamos avanzando, si es en sintonía o no con los principios de igualdad y no discriminación, es necesario que nos miremos de forma crítica mientras hacemos la toma de conciencia para producir modificaciones que aporten al cambio cultural que todas esperamos”, finalizó García.

Fuente: www.uchile.cl