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“La ciencia pop”, del doctor en biología Gabriel León, rescata esta historia que parte con un espía francés

Especie nacional fue llevada a Europa, donde no dio frutos hasta que un muchacho de 16 años hizo un descubrimiento que permitió cruzarla con otra planta . “En la naturaleza este cruce hubiese sido imposible”, dice el investigador.

La misión de un espía francés llamado Amédée Francois Frézier en Chile, terminó produciendo algo tan sabroso como las frutillas modernas, luego de que el agente se llevara de regreso unas matas de un fruto blanco que sólo existía acá.

Los detalles de esta aventura, ocurrida en el siglo XVIII, aparecen en el libro “Ciencia pop”, un compendio de episodios curiosos que dieron paso a hallazgos científicos. Su autor es Gabriel León, doctor en biología celular y molecular de la Universidad Católica.

“La historia de la formación de esta fruta es fascinante y está bien documentada”, explica León, actualmente académico de la Universidad Andrés Bello que se ha dedicado a la divulgación científica en programas de radio Bio Bio (“Expreso Bio Bio”) y en radio Zero (“Un país generoso”).

Hace pocos años, León compró en internet un ejemplar del libro que el propio Frézier escribió llamado “Viaje por los mares del sur”, donde registró su viaje a partir de 1712 “mandatado por el rey Luis XIV, para hacer mapas de las fortificaciones y puertos de Chile y Perú”, de acuerdo con León.

En sus exploraciones por la zona de Concepción encontró un fruto blanco desconocido en sus tierras: la frutilla chilena o fragaria chiloensis . Entonces en Europa existía un fruto similar de color rojo. La diferencia es que el ejemplar chileno era más grande y muchísimo más fragante.

“Al terminar sus labores, en 1714, se llevó 5 plantas. En Francia no dieron frutos porque se llevó sólo plantas con frutillas, es decir de género femenino”, comenta León.

Cincuenta años después, un muchacho de 16 años, Antoine Nicolas Duchesne, descubrió que estas plantas no producían polen y por eso no daban frutos.

A partir de allí, 1765, los especímenes derivados de las plantas chilenas fueron cruzados con polen de una especie similar de América del Norte, dando origen a unos frutos rojos, ricos y que daban semillas que podían tener descendencia.

“Eran plantas hermafroditas bautizadas como fragaria x ananassa , que son la base de todas las frutillas modernas. En la naturaleza este cruce hubiese sido imposible porque las especies están a 14 mil kilómetros de distancia”, agrega León.

-¿Por qué investigaste este tema?

-Es que me pareció muy interesante la sucesión de eventos que llevaron al fruto actual. Originalmente atrajo mi atención debido a que se realizó un estudio en la universidad con esta especie y el laboratorio quedaba pasado con su olor.

-¿Se podría decir que las fresas modernas son chilenas?

-La especie chilena es la mamá de la frutilla comercial.

Fuente: www.lun.com